Leyendo poesía por la luz de vela en mi cocina

Mi mesa no es el lugar

a dónde vienes

esperando encontrar comida rápida

o la lotería instantánea;

la gente viene acá para renacer,

cometer asesinato, morirse-

buscar amor prohibido perfecto,

o descargar narrativas

de los guardianes de sabiduría secreta-

como: cuantos granos de arena hay

en todo Namibia, o cuantas veces

el corazón humano pueda ser roto

antes de que se convierte

entre obsidiana, afilada,

un cuchillo oscuro que corta

ambos la mano de cirujano

y el pecho de su paciente.

Guerras han sido iniciados

y terminados aquí. Montañas

suben y se desamoraran al ritmo

de versos; los mares retroceden

entre los ríos, agua salada

ahora es vena, es lluvia

se convierte en la fuerza de vida

que se alimenta con la oscuridad

del filo de obsidiana

y tu último corazón roto.

Nuestra risa gotea desde nuestros ojos

y nuestras lagrimas arrancan desde bocas

abiertas y hambrientes-

bocas que llegaron aquí

conjuntos con cerebros

pensando que ellos supieron el nombre

de aquel oscuridad, pero ya como

compartimos en el escudo  

de luz de vela, el tipo de cuento

que solo puedes realmente contar

una cierta clase de amigo- das cuenta,

actualmente, es la oscuridad

que supo el nombre tuyo,

aun antes de tu nacimiento

entre su abrazo cariñoso. Arreglo la mesa

cada noche con los anhelos

de los apetitos variados de mis amigos,

y servimos no menos que

el vino de los dioses de la poesía

cuando partimos el pan, y compartimos letras.

Mi cocina no es una sala

en una casa, es un portal

hacia nuestra inmortalidad.

 

 

 

 

2023