Otro Dia

El día en cual tu corazón fosilizado

regresa a ser vivo, nunca puede ser

sólo otro día. No entras sin autorización

en la noche a los terrenos de los

templos ancianos, con deseo incontrolable

de sumar en secreto el nombre de alguien

en los registros de piedra, en cualquier día.

Ni se puede ser cualquier nombre que primero

hablas en voz alta, y después tallas, con

tantas oraciones, con tantos temores.

 

En otro día, puede que no te hayas

dado cuenta esa pequeña cosa extra

especial de él o de ella; tenia que ser

el día indicado. No un día perfecto,

ni necesariamente un día inusual.

Sólo un día extraordinario. El día en

cual tu corazón tierno interno decidió

abrir su crisálida, y desplegar su mismo

con sus alitas más frágiles expuestas

a los vientos y las tormentas del mundo.

Un acto de coraje personal sin precedencia,

en un día de otra manera, ordinario.

En algún lugar desde dentro de las rutas

que viajas cada día, paraste para notar

algo diferente, en aquel día particular.

 

Eso no hubiera sido provocado por

cualquiera persona. Quizás sólo unos

pocos selectos. Nueve billones de almas

vagan en este mundo, y de ellos, mi

corazón te eligió. Para dejar entrar.

Tomar riesgos. Un hombre extraordinario,

en sólo otro día. Sin embargo, por el

coraje de pioneros y científicos y tal vez

aun los jugadores de cartas quienes nuestros

padres tenían miedo de ser- ese día

se devolvió en el tipo del día donde sí,

entran a los templos ancianos, y escriben

el nombre de cada otro en ese registro

de las historias más grandes del mundo.

Cuentos de los días más vividos. Si no te

encuentres rompiendo algunas reglas, no

sabes todavía del poder de este tipo

de día.