Escultor

para el mes de carino y amor

En mi ciudad, hay un escultor

de tazones. El lee los espirales

y las vetas en cortes de roble y cidro

como textos sagrados, abriendo

espacios curvados como oraciones-

una inserción medida, probando,

y excavando, de cincel, a la vez.

Destapado y crudo, el alma

de la madera-

de las fallas y los secretos

exultados, explotados, y expuestos-

es transformado entre arte más fino.

Pulido, el espíritu

empieza a cantar canciones

de éctasis, en elogio de haber sido

descubierto, despertado, y quizás

aun amado. Y yo-

yo anhelo que mi amor aprenda

liberar con sus manos y palabras,

en este cuerpo y mente de mujer-

exactamente lo que ese artista

sabe hacer con tan simples

bloques de madera.