Los Derechos de Cosas Fragiles

Cada generación tiene su momento,

para encontrar, al azar o por diseño,

la estructura de su propio alma-

en el espejo presentado por manos

más amplias que meras ciudades,

más profundas que los corrientes de

bocatas de sonidos, arremolinados,

más proféticas que los títulos mas

nefastos. Andamos desarmados por

territorios hostiles de nuestras propias

familias, en imágenes, nuevamente

expuestos, de lo inhóspito.

 

¿Qué puedo decir, que no fue aun

escrito en estrofas mucho mas

elocuentes? Soy un objeto-

anticuada, gastada, reparada; en

un lugar obsesionado con las apariencias,

superficies, modernidad, y

disponibilidad de la cosa. Busco la

permanencia de raíces y ecosistemas

de comunidades; mientras mis pares

buscan el confort y el contacto electrónico,

artificial y disociado, de la discoteca y

pantalla de televisión

 

“Amor” es una palabra tan sobre-usada,

se corre el riesgo de ser tragada por

pura incompetencia. No piensas,

no cuestionas, no críticas, no te atreves

ni sentir emociones. “Te pego porque

te amo. Te degrado por tu mismo

bienestar. No me deberías haber

provocado.” No amas a tu país

y sus valores?

 

Pon tu vecino debajo del

microscopio, pero rehúsas de mirar

en el espejo. Esto no es la cultura

en que fui crecida, estas no son

las creencias mías. No declaramos

guerra contra conocimiento, no abrazamos

la ignorancia como principal de

guiarnos. Mis iguales están ocupados

descubriendo los secretos del universo,

deshaciendo la hambruna, entrando

los lugares maltratados, llevando

 

botequines de medicina y la

bondad humana. Donde estabas tu

cuando este siglo te requisó ser mas

que nadie antes? La iglesia mía es

el bosque; el templo, el suelo y las

piedras debajo de mis pies. Encuentro

la voz de Dios en la canción de un

meadowlark, veo la totalidad de

la creación en la escama harinosa

del ala de monarca. ¿Si yo no defiendo

los derechos básicos de las cosas

frágiles, quien lo hará?

 

Amor nunca repuso respeto; tolerancia

no es inclusión. Ser invitado a la mesa

no significa que puedes siempre hablar.

Puedes amar algo hasta su muerto,

o puedes aprender como respetar su

derecho propio de ser su mismo, por

su suerte del sorteo genético. Nosotros,

que escuchamos el viento, leemos resultados,

medimos la lluvia radioactividad de cursos

humanos. Habríamos visto el asesinato

de Cristo, antes que Cristo nació; quien

nunca murió por ningún pecado sino

lo de la ignorancia voluntarioso y ciego,

y la mentalidad de la banda violente. Nunca

seré santa, pero, aun así-

 

Esto nunca más es mi mundo. No veo

futuro dentro de él por nuestra versión

de sabiduría. Me doy la vuelta, para

pedir la compañía de los que hablan

por las piedras, que escuchan las palabras

que el viento susurra en la noche. Nosotros,

quienes seriamos perdidas en la niebla

de batalla; desafortunadamente, no

extrañados. Dicen, la mujer puede ser

vista simpática, o competente. Ando-

no como reina ni de belleza, ni de lo

agradable. Mis palabras llegan a menos

y menos orejas con cada cuenta, hasta

que estoy consumida por la luz, y

desaparezco entre los espacios dentro

de los arboles majestosos.