Dialogo

Invito mi soledad para tomar un camino largo

debajo de cielos furiosos con presagio:

capaz de fertilizar la esperanza,

pero incapaz de nutrirla a la gestación.

Me veo solo en las aguas más obscuras.

 

Imploro la soledad para conversación,

ofrezco galletas por buen comportamiento-

pero él queda de nada colaborador. Silencio hosco

un gesto de despido, un cambio

del plomo por el oro que yo ofrecería.

 

Visitamos palacios y playas,

Cantinas y clubs de la tira; estadios

Y universidades y planetarios.

Librerías viejas, farmacias. Pero aun

Calles de piedra y cafés de la acera

 

Solo provocan preguntas. Nada de percepción.

Mi compañero no cuenta sus secretos, repartiendo

Vistazos y sombras al ojo que escucha.

“Un corazón abandonado es un corazón cerrado,”

Su único aviso. El habla en acertijos.

 

Le pongo borracho, y le encuentro una prostituta.

Feliz- planificamos un viaje más largo. Una vida.

 

Aprendemos las debilidades de cada otro,

cruzamos un continente juntos

navegamos cardúmenes traídos por la luz de estrellas,

lloramos en la obscuridad de las 3:00 am. Aun-

terco como un gato macho, el guarda todo.

 

Entonces, lo tomo preso, sujétele

a todo que él ha pedido una vez de mi-

la privación, el engaño. Tal mucho

desenvainar de cuchillos y escurrir

de las manos. ¡Como mantra, “Dime! ¡Dime!”

 

Grito a la tierra virgen, mi voz

perdida, sin importancia en vientos laterales

de la cultura. Mi soledad muere, algo otro

espera re-nacer. Un fénix

de la soledad, creciente de sus propias cenizas.

 

Y con un respiro final, mi compañero

me pasa un espejo, y me cuenta que

la respuesta que busco solo puede ser encontrada

por subir la colina más alta al atardecer de sol

y ver mi propia cara, reflejada

 

por la luz oblicua de fugaces

bien más allá que la media noche. Desnuda.

Contigo.