El que habla y el que escucha

Una carta de mí para mí.

Esta vez te hablo a ti, al que no le temía a nada, al que sabía expresar lo que sentía y al que lloraba y reía entregándose por completo al momento, como si cada situación fuera más importante que las anteriores.

 

Ahora te hablo con un poco más de madurez y reflexión, para que entiendas que cada una de las cosas que pasaron no fueron sino un paso más que tuvo que haber pasado, que no se trata de lo malo o lo bueno, de lo grande o lo pequeño, sino se trata de saber tomar el ahora a cada instante.

 

Que lo que pasó fue y lo que viene no es importante todavía, porque estar aquí es lo único que debes aprender a experimentar. Te lo digo con amor y sin juzgar, porque no intento hacer menos tus experiencias, ni desmeritar tus sueños, es sólo que hoy estás viviendo la mejor experiencia de todas, la única que puedes controlar y asegurarte de que sea increíble, para que así en lugar de estar esperando al mañana, te puedas abrir a la posibilidad de que la vida te sorprendo con algo mucho mejor y lo vivas con todo tu ser para disfrutarlo mucho más de lo que ahora imaginas.

 

Hablo contigo porque eres lo más importante para mí, aunque a veces pareciera que eres el último en la fila. Platico contigo porque quiero que regreses y me acompañes a cada instante, porque te extraño y sé que andas perdido.

 

Quiero decirte que todo aquello que tú pensaste que fue un error, no lo fue. Que si te sentiste rechazado, no escuchado, abandonado o incluso menospreciado fue porque yo no estuve contigo para hacerte saber lo contrario, y que nada ni nadie debe robarte tu forma de entregarte ante la vida.

 

Saber por qué la vida reacciona o responde de cierta manera es imposible sino estamos completamente seguros de cómo estamos reaccionando o respondiendo nosotros, y lograr eso lleva implícito un nivel de responsabilidad que no siempre queremos afrontar. Hoy lo sé y por eso te lo comparto, reconociendo que antes no lo sabía y por eso era imposible decírtelo. Pero te puedo decir que la vida no te avienta más que lo que tú puedes, el secreto está en saber perfectamente lo que quieres, y para ello debes seguir abriéndote por completo a lo que sientes y a lo que recibes.

 

Cada vez que te has cuestionado, por qué no logro esto, por qué me dijeron que no, por qué no me comprendieron, por qué, por qué, por qué, te ha faltado una respuesta, quizás porque la pregunta que debiste haber hecho no era esa sino si realmente lo deseabas, y en tal caso, para qué lo deseabas, y lo más importante es que una vez que lo sabes debes decirlo, a veces basta con decírtelo a ti mismo, pero otras veces los demás también tienen que saberlo. Ahora estoy yo aquí para ayudarte a hacer las preguntas adecuadas, pero lo más importante es que estés tú aquí para entregarme las respuestas y juntos darle una intención a la vida a cada paso.

 

Yo soy tú y tú eres yo. Yo el que habla, tú el que siente. Yo soy el que mira y el que está aprendiendo a observar, y tú eres el que siente pero que está aprendiendo a hablar. Somos uno, ahora lo entiendo, pero si tú no estás conmigo jamás lo podré comprender para cambiar.

 

Así que te hablo, no porque te necesite, sino porque realmente es un placer vivir la vida a tu lado, porque me encanta escuchar tu risa, sentir tu corazón y atender tus sentimientos. Te hablo para que estés presente, te escucho para que hables, te guio para actúes y te protejo para que no te confundas.

 

Somos uno, con nosotros, con los demás y con la vida, con todos los seres de esta y otras dimensiones. Somos uno y nos conectamos a través del corazón y no la mente, debemos ir hacia adentro y después compartirlo hacia fuera. Somos uno y jamás estamos solos.

 

Entonces te propongo algo, yo siempre estaré aquí para regresarte al momento y tú encárgate de estar siempre aquí para vivir ese momento. Te prometo que no voy a manejar temas de correcto o incorrecto, posible o imposible, importante o no importante. Y tú promete que dejarás de pensar en cosas como demostrar o no demostrar, sentir o no sentir, hablar o no hablar, hacer o no hacer.

 

Hagamos un pacto, vivamos la vida plenamente sin temor y olvidémonos de lo que los demás quieren, esperan o perciben de nosotros. Agradezcamos todo lo que tenemos y hemos logrado y tengamos el valor de cambiar todo aquello que no queremos. Creemos juntos y en armonía nuestro ahora y llevémoslo hasta donde queramos. Hablemos con fuerza desde el corazón y apostemos a nosotros lo que sea que eso signifique y sin tomar en cuenta las definiciones tradicionales de la sociedad. Retomemos nuestra promesa de vivir planamente esta experiencia humana y hagámonos responsables de lo que esta frase implica. Apoyémonos y ayudémonos a encontrar en cada decreto y experiencia, la verdadera esencia de amor que queremos crear.

 

Eso te digo yo el que habla y espero que tú el que siente lo escuche.