El rescate de los perros de NéstorA Story by rafael mayaVersion:1.0
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El rescate de los perros de Néstor
El domingo a las ocho de la noche el teléfono sonó, y sin preámbulos mi amigo Néstor Boscoscuro me dijo: “Mis perros se perdieron.” Inmediatamente le pregunté si tenían su placa de identificación. Me contestó que no y empezó a narrarme preocupado qué había sucedido. Dijo: ”Salí en la mañana con los perros y fuimos a la tercera sección del Bosque de Chapultepec. Sacamos a los perros sin correas para que pudieran correr junto a la barranca. De repente nos dimos cuenta que se habían ido husmeando por el bordo. Súbitamente los perros desaparecieron. Seguramente cayeron al fondo. Estuvimos llamándolos sin que los viéramos regresar. Pasadas las horas y ya entrada la noche regresamos a la casa, por eso ahora te hablo por que no se que hacer". Para calmarlo le dije que empezaríamos la búsqueda clareando el día y que nos veríamos en mi casa temprano. A las siete y media tocó el timbre, bajé y partimos inmediatamente adonde me mostraría el lugar de la pérdida. En la parte más alta del bosque estacionó la camioneta. Nos bajamos y caminamos hasta tener una perspectiva del lugar. Poco a poco me fui dando cuenta de lo profundo de la barranca, entre 20 y 25 metros, caminamos hasta encontrar a lo lejos una casa que supuse que era la última si hubiéramos entrado por Lomas Altas. Nos paramos en el borde y con un grito llamamos la atención de un vigilante, preguntándole si había visto a los perros. Nos dijo que vio una perra blanca grande que concordaba con la descripción de Mijo; una perra Akita simpática y muy cariñosa. Indagamos por el perro y dijo que no lo había visto . Rodeamos la barranca llamando a los perros y por fin, a lo lejos, los vimos. El problema era cómo llegar hasta la parte profunda ya que topaba con una represa muy empinada donde teníamos a la vista a los perros pero no había accesibilidad por ninguna parte. Pensamos en los bomberos pero se me ocurrió recurrir a mi amigo, el arquitecto Francisco Vives. Lo llamamos explicándole lo ocurrido. Le pedí que trajera unas cuerdas largas y resistentes de alguna de las construcciones que él estaba dirigiendo y que viniera con un peón que fuera delgado, poco pesado y muy osado para que lo pudiéramos descolgar hasta la parte más profunda de la barranca. Aproximadamente una hora después estábamos ya en la última fase del rescate. Amarramos bien las cuerdas a un árbol hasta el borde. En el extremo el peón. Lo bajamos poco a poco para que llegara al fondo. Los perros, que ya se encontraban cerca, se veían cansados y sucios , pasaron ahí toda la noche. A los perros, uno a uno, el peón les puso un arnés hecho de la misma cuerda y los fuimos subiendo en vilo. Primero a Kenzo, el macho, que se dejo subir sin problemas, pero cuando le tocó a la perra se puso muy nerviosa, y empezó a balancearse. Al mismo tiempo, el perro aulló presintiendo que algo le sucediera a su pareja. Por fin, sanos y salvos, con cierto esfuerzo, los perros estaban ya arriba con nosotros. Los metimos a la camioneta y nos dirigimos directamente a la clínica para revisarlos y darles un buen baño. Por la noche nos volvimos a reunir para festejar nuestra hazaña. Nos fuimos a un restaurante muy contentos y con gran satisfacción. Por supuesto, la moraleja en este caso es clarísima: no lleves a los perros a ningún lugar que no sea conocido por ti, para evitar la perdida de tus mascotas. Rafael Maya
© 2010 rafael maya |
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1 Review Added on November 23, 2010 Last Updated on November 23, 2010 Author
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