Chester

I've been told I should try in Spanish, my mother tongue. Here it is.

Llegó a la ciudad de Chester a las cuatro de la tarde. Ya había oscurecido. Tenía solo una hora para pasear antes de encontrarse en el lugar indicado. Nunca había estado ahí. Tampoco tenía mapa alguno, sólo su intuición.

Vio el Anfiteatro Romano de Chester. Sintió la necesidad de entrar. Nada decía lo contrario. Entró. La sensación de ser un actor de la era romana inglesa fue lo que invadió su cuerpo. Se enderezó y empezó a caminar con el mentón en alto, con aires de superioridad, un brazo detrás de su espalda y el otro dentro de su saco. Recorrió el terreno en su totalidad, se sentó en la tribuna y respiró.

"Debería tomar clases de actuación" se dijo.

Al salir del Anfiteatro, vio detrás de éste, la Iglesia Anglicana San Juan Bautista. Era una construcción gótica, muy sucia por fuera, hecha de arenisca. Nunca había visto una igual. Le llamó su atención el hecho que por fuera, en el territorio de la Iglesia, había ruinas. No había un alma a quien preguntarle. No creía correcto preguntarle a las tumbas que adornaban el verde pasto mojado por la lluvia. Sintió un escalofrío, levantó la vista y divisó el Parque Grosvenor.

Los árboles más verdes y altos que jamás vio estaban allí. El pasto era del color verde que uno piensa cuando piensa en ese color. Decidió caminarlo. Vio unas ardillas y quiso correrlas. Fue imposible. Rápidamente se subieron a los árboles. Camino a través de los arcos medievales del parque victoriano por excelencia. El sendero lo llevó a la vera del río Dee.

Se sentó en un banco viendo el agua correr. Se escucharon unos gritos y risas. Eran unas chicas que salían de algún colegio cerca de allí. Se enamoró de la forma en la que el viento le movía el pelo a una de ellas. Dieron la vuelta en la esquina desapareciendo, quizás, para siempre.