El señor de los milagros

Un poema religioso para usted

Bajo el cielo que tiembla
y entre sombras que arden,
se alza un manto púrpura,
un suspiro entre mil plegarias.

El aire estalla con pasos
descalzos, con cuerpos que flotan
de un mismo eco,
un canto que la ciudad recoge,
como un río que nunca calla
el perdón de los pecados.

En la pared marcada
por el tiempo,
quedó su mirada clavada,
cruzando la grieta del mundo
en direcciones divinas;
una flama en la oscuridad.

Él no tiene nombre,
pero su rostro florece
en cada rincón desierto,
en cada mano que se alza
y cae,
buscando algo más allá del polvo.

Luces dilatadas en la piel
de quienes lo invocan,
y el incienso llena el miedo,
el antiguo remordimiento.

Cuando su Padre prometió
el nuevo amanecer
incendiando llagas
de cálida fe.

Es el Señor Milagroso,
el que perdona la noche,
el que calla el rugido terrenal
con un solo gesto.

Y aunque su cruz pesa
en los hombros humanos,
él la lleva como una brisa,
como un hilo de esperanza
que solo renueva su promesa.

Author's Note

Es un encargo. No lo tomen enserio, pero creo que me lucí con el ritmo.