Cap1 - PasadoA Chapter by Fernando DardónIntroducción al personaje principal de la novela y su relación con su difunto padreNo me di cuenta, no me di cuenta de lo que en realidad estaba
pasando. Todo parecía un sueño, uno hecho realidad. Pero que duro es cuando despertamos
de nuestras fantasías y más aún cuando esa fantasía en realidad ocurrió. Es una
sensación parecida al limbo, ojalá me hubiera quedado en él. Hay sueños que son tan
reales que uno confunde esa realidad con la verdadera realidad. Como cuando se
recién despierta y se pone en duda si lo que se acaba de soñar fue en realidad
un sueño o una experiencia del pasado. Capítulo 1 - Pasado "¡Mira, mira que hermosa mariposa! Es una mariposa
monarca." Me decía mi papá esa vez, de las tantas, que
estábamos en el inmenso jardín de la casa de mi abuela. La familia de mi papa
no era la más rica del mundo, pero si habían recibido una buena herencia de
parte de los papas de mi papá, o sea, mis abuelos Suramee y Stuard. Entre esos
bienes estaba esa enorme casa de dos pisos, con seis habitaciones, dos baños,
dos salas, una increíble cocina
antigua pero muy bien conservada. Y lo que de niño consideraba lo más
importante y divertido de todo, el jardín del tamaño de medio campo de futbol. "¡Qué lida, que lida! ¿Puedo tocada?" respondía
yo, con mi dificultad para hablar. Dificultad
que ya era muy inusual a la edad de cuatro años. Dicen que en los hombres, si
aprenden rápido a hablar, no aprenden tan rápido a caminar y que si aprenden
rápido a caminar no aprenden tan rápido a hablar. Tal vez es por eso que no
sabía hablar muy bien que digamos, aunque es increíble cómo puedo
recordar ciertas cosas de mi niñez con tanta claridad; supongo que Dios me doto de
buena memora y estoy muy agradecido con eso, aunque a veces no es el don más
grato del mundo. Sin embargo disfruto y siempre he disfrutado de los buenos
momentos de mi vida. "No, es mejor que no la toques. Déjala volar, libre.
Solo admira su belleza y asómbrate de las cosas maravillosas de este mundo mi
amor. Me gustaba mucho el
tono de su voz, uno muy amable y a la vez persuasivo. Él era una persona de lo
más agradable, de lo más amable y la cantidad de sus enemigos escasamente se
contaba con los dedos de una mano a causa de su carisma. En fin, mi mamá tuvo
mucha suerte de casarse con un hombre de su talla, un hombre que ya casi no se
encuentra en estos tiempos. Con decir que no estaría exagerando si digo que es
más fácil encontrar una aguja en un pajar. "¡Vamo papi, vamo!" movía mis manos, haciendo un
ademán para que me siguiera, y empecé a correr hacia el gran manzano que se
encontraba en el centro del jardín. Me senté en una tabla de madera, sujeta en
sus extremos por cuerdas que colgaban de una de las ramas del árbol. "¡Codumpio, codum-pio!" Y como pude, empecé a
balancearme con mis pequeños pies. Mi papá me alcanzó y empezó a empujarme por
delante. Después de un rato, le grité: "¡Me voy a danzar!. Mi papá solo retrocedió unos cuantos metros y se
preparo para atraparme, yo me solté del columpio y volé por los aires hasta
caer en sus brazos. Una espectacular maniobra, una que nunca le gusto a mi
mamá. Es por eso que siempre lo hacíamos cuando ella no estaba en la casa. No puedo decir que su sonrisa era mi adoración,
puesto que solo a un dios se le adora. Pero sí, que adornaba mi vida y le daba
felicidad. Pasamos tantos momentos juntos, tantos momentos riendo y
compartiendo, mi padre era mi mejor amigo. Pero ahora, pararme frente a una lápida y dejar
rosas encima de la misma es muy difícil, especialmente cuando aún duele la
partida de esa persona. Ya pasaron diez años, pero hay algo en mí que aún no
quiere comprender de que él está muerto, mi querido padre. “Aquí yace el hombre cuyos enemigos se contaban
con los dedos de la mano " 3 de Junio de 2058” Eso es lo que dice el epitafio.
Tal vez no sea uno muy creativo, pero es un aspecto que lo identificaba tanto.
La última
vez que hable con él estaba en su casa, esa misma inmensa casa donde pase mis
años de niñez. Estábamos contemplando el atardecer, sentados cada uno en una
mecedora cerca de la piscina. "¿Cuántos atardeceres hemos visto hijo? Me dijo con un semblante extraño en su rostro.
Sus ojos reflejaban algo, pero no podía descifrar lo que trataban de decir. "No lo sé papá, siempre tuvimos la costumbre de
hacer esto desde que tengo diez años. Aunque recuerdo que por un tiempo llevé
la cuenta, fueron trescientas tardes, hasta que dejé de contar cuando cumplí
los quince. "Qué lástima que no seguiste contando, me hubiera
interesado saber cuán grande había sido ese número hasta el día de hoy. "
Suspiró, como para aliviarse de algo y continuó. " Tengo algo que mostrarte
hijo. Ven, acompáñame".Dijo, y entramos por la puerta trasera de la casa.
Atravesamos el pasillo que llevaba hacia la lavandería pero cruzamos a la
derecha antes de llegar allí. Luego subimos las escaleras que llevaban al
segundo nivel, nos dirigíamos directo al ático. Su forma era un poco
extraña, ya que el techo de la casa era de una arquitectura antigua de inicios
del siglo, una de dos aguas. Sólo usábamos una de las habitaciones del techo,
la otra era un dormitorio de visitas. Si no fuera por mi abuela, este lugar
fuera un desastre y mi abuelo no era la persona más ordenada del mundo. Mi papá
me contaba que todos los días tenía que lidiar y soportar las protestas de mi
abuela, quien le pedía que recogiera su ropa del tocador, después de bañarse.
¿Son malos los extremos? Realmente, no estoy seguro, porque el carácter fuerte de
mi abuela parecía darle estabilidad a las cosas en la familia más que a
desestabilizarlas. Había un gran y robusto
armario con estilo colonial en una de las paredes verticales. Siempre le dije a
mi abuela que lo colocara en la sala de visitas, pues a mí me parecía un
excelente y excéntrico adorno, pero mi abuela no pensaba lo mismo. Lo bueno era
que el ambiente seco de la habitación lo conservaba en buen estado, no había
humedad que pudriera la madera en ese cuarto. "¡Ven!" dijo con impaciencia "ayúdame a mover estas cajas, que están muy pesadas. Entre los dos
levantamos una caja pesada que media aproximadamente un metro de ancho, no
tenía idea que podría contener dentro. Después jalamos el archivero que estaba
sosteniendo la caja y abrimos uno de sus cajones. Había polvo por todas partes,
a pesar de que el cuarto estaba consideradamente limpio. Fue esa caja que tanto tiempo tenía de estar en
ese lugar que acumuló polvo donde no se podía limpiar con facilidad. Mi papá escarbó de
entre los objetos cuidadosamente ordenados en ese cajón y sacó una bolsa de
terciopelo azul. Era extraño el extremo cuidado que tenía al sacar el objeto
que guardaba esa bolsa, era un cuadernillo hecho de papel reciclado. Pienso y
pienso, varias veces lo pienso ¿cómo es que pudo existir un hombre como mi
padre? "Este cuaderno lo tengo desde que soy niño. Es muy
especial para mí, no tanto por ser objeto sino por lo que en él está escrito". Más palabras misteriosas por parte de mi padre. "Al principio solo fue una especie de juego, pero
empecé a percatarme y a tomarle seriedad conforme fui creciendo". Sus palabras no dejaban de sonar desconocidas ante
mis oídos, ¿Que habrá querido decir con "juego" y
"seriedad"? "Estos son mis sueños, todos desde que tengo memoria,
o por lo menos desde que tengo la capacidad de redactar un relato sencillo. Un
día se me ocurrió escribir lo que soñaba, pues me parecían bonitos y
entretenidos. Empecé apuntándolos en pequeñas hojas de papel, pero después las
transcribí a este cuadernillo. Tienen algo peculiar, no sé que es, nunca supe.
Pensé, que tal vez tú si podrías entender lo que soñaba, aunque tan solo es una
corazonada". Esto me intrigó un
poco, ¿quién escribiría sus sueños durante tantos años seguidos? Qué disciplina
para no olvidar apuntar todo. "Claro, no apunté todos los sueños de mi vida, si no
este cuaderno parecería enciclopedia. Simplemente apunté los mas importantes.
Además no solían ocurrir con regularidad. Sin embargo, éste no es el único
cuaderno". Mi papá saco algunos objetos del cajón, antes de
sacar otros cuatro cuadernos, envueltos también en bolsas de terciopelo azul.
¿Tenían el color y la tela algún significado también, o era mera cuestión
estética? "¿Porque me das esto?". Respondí. " Porque creo que allí hay algo más que solo historias.
Estas historias son demasiado reales para ser simples sueños. " Está bien papá, nunca se sabe, tienes razón". Y tomé firmemente el cuadernillo con ambas manos. --------------------------------------------------------------
2 --------------------------------------------------------------- Esa misma noche el cuadernillo fue justo
al cajón de mi mesa de noche, allí guardo todas las cosas que necesito que
estén a la mano. Pero esta tarde lo tengo aquí conmigo, justo como lo dijo tu
última voluntad: "pero necesito que me hagas un favor, ábrelo solamente
cuando visites mi tumba por segunda vez". La primera vez que
visité su tumba fue cuando falleció. Pero era extraño, pues ya van trece veces
que lo visito. Fue hasta que, esta mañana, encontré el libro en la misma gaveta
donde lo guardé hace trece años. Estuvo allí
desde que compre mi casa. Levanté unos sobres que necesitaba para mi trabajo y
apareció esa bolsa tan peculiar de terciopelo. Creo que a lo que se refería era
el momento en que tomara en mis manos ese cuadernillo por segunda vez. El día de su entierro tenía los cuadernos entre
mis manos, como si se tratara de algo de él que aún seguía vivo, por eso los
abrazaba. “Nada te llevas hijo, nada, por más que quieras.
Es por eso, te lo digo, si es un objeto material déjaselo a alguien más que lo
necesite porque esa gratitud y buena acción es la que te llevaras al cielo y
presentarás ante Dios.” Fue lo último que me dijo esa tarde. La tumba se encontraba a la par de un inmenso y
antiguo cedro, no por nada “Los cedros” era el nombre del cementerio. Yo me
encontraba sentado en la base del árbol, contemplando la tarde fría. El cambio
climático era drástico esa tarde, estando en pleno verano, no era común usar un
sudadero. Pero la inestabilidad de la atmósfera en las zonas industrializadas
del planeta afectaba considerablemente la atmósfera del país, a pesar de que es
uno de los pocos donde la misma aún está casi pura. Abrí el cuadernillo, después de haberme acomodado
bien entre dos raíces que salían del suelo. Hojeé unas cuantas páginas hasta
detenerme en una titulada “El amanecer”: Hoy desperté, y el sol alumbraba fuertemente por
la ventana, pero no se parecía en nada al brillo del sol en mi sueño. Todo
empezó igual que ahora, despertando. Hice lo de siempre, ponerme las sandalias,
ir a la cocina a paso lento por un vaso de agua para después tomar una ducha. Cuando llegué a la cocina encendí el televisor
para ver el noticiero, que ya estaba empezando cuando apenas estaba visible la
habitación, estaba amaneciendo. De pronto noté que el Sol salía demasiado
rápido. Me acerqué a la ventana y aparte la cortina con mi mano, viendo el
horizonte. La luna ya se había escondido, bueno, lo que quedaba de ella.
Entonces no podía ser el brillo de la misma. Tenía que ser algo más. Justo en ese momento, empezó una noticia de
última hora, hoy, la Unión Revolucionaria anunció que en son de protesta por la
falta de aquel líquido que tan preciado se ha vuelto los últimos años, lanzaría
en localizaciones al azar bombas nucleares. Las fuerzas armadas e inteligencia
de muchos países y de las Naciones Unidas ya habían empezado a tomar cartas en
el asunto, pero hasta el momento no habían dado con alguna base, de alguna
forma estaban protegidas contra radares, satélites y cualquier tecnología capaz
de rastrearlas. Eso no me preocupó tanto, un país tan pequeño
como en el que vivo no era centro de atención. Aunque al gobierno actual le
preocupaba las amplias fuentes de agua que el país poseía, pues en cuanto se
agotaran o se vieran en conflicto las fuentes del preciado líquido de otros
países distribuidores, el conflicto también empezaría aquí. Encendí la computadora, para revisar mi correo
electrónico, buscando no se qué. El tablero electrónico encendió inmediatamente
y por comando de voz le indiqué que me mostrara el buzón de entrada. Después
hubo un pequeño destello que coló su luz a través de las cortinas y la
computadora se apagó súbitamente. Intenté oprimir el botón de encendido, pero
la máquina no respondía, por lo que tuve que desarmar su cubierta protectora y
levantar la placa madre del circuito para revisar la batería y no tenía
absolutamente nada. Volteé a ver alrededor de la cocina y noté que el
refrigerador, el horno de microondas y la pantalla táctil que controlaba varias
funciones de la casa también estaban apagados. Pensé que tal vez la corriente eléctrica de la
casa se cortó de alguna forma, y para comprobarlo trate de encender manualmente
las luces de la habitación, pero estas si encendieron. ¿Qué paso entonces?
Regresé a mi cuarto por mi teléfono móvil, pero cuando lo sostuve con mis manos
también estaba apagado. Parecía que todos los aparatos electrónicos de la
casa estaban, de alguna forma, completamente apagados. Aún cuando sus fuentes
de energía funcionaran perfectamente bien. Me dirigí nuevamente a la ventana, tratando de
encontrar respuestas a lo que veía y los destellos continuaban, volviéndose
cada vez más intensos. Con el pasar de los minutos, una alarma muy ruidosa
llenó el ambiente, era la alarma de seguridad nacional y eso significaba que
algo malo estaba pasando o estaba por ocurrir, algo realmente malo. Las estruendosas detonaciones hacían vibrar el
vidrio de la ventana y los adornos de cristal colocados sobre un mueble que se
encontraba a la par cayeron, rompiéndose en cientos de fragmentos. Todo se
torno completamente rojo y al fondo pude ver como una columna de humo, en forma
de hongo, se levantaba. Luego una luz blanca lleno todo el cielo, cegando mis
ojos. Instintivamente, apoyé mis manos sobre el vidrio,
este estaba tibio y empezaba a ponerse caliente. Corrí inmediatamente a la
puerta debajo de las escaleras, que llevaba al interior del sótano. Cuando
estaba parado enfrente de la misma, la maldita cerradura electrónica no se
accionaba, sentí como poco a poco el ambiente se sentía más caliente. Empecé a
patear con todas las fuerzas que pude el cerrojo y este se abrió justo a
tiempo. La puerta se abrió estrepitosamente y caí rodando por las gradas, a
causa de la fuerza e impulso que llevaba mi patada. Me paré inmediatamente, el
fuego o lo que sea que hubiese sido ya se sentía en mi espalda, abrí la puerta
secundaria y la cerré de golpe.
El relató terminó de repente, como si simplemente
ya no se recordara ni un detalle más. Cerré el cuaderno y contemple unos segundos
el paisaje, una combinación de cedros, lápidas y todo tipo de flores. El
horizonte se empezaba a difuminar, limitado por las fronteras de la ciudad, con
un domo que de día se mantenía bajo y de noche se expandía hasta cubrirla toda.
Era hora de regresar a la casa. Me levanté y caminé hacia la lápida, que se
encontraba a aproximadamente dos metros, y estando enfrente me arrodillé. "Ya me voy papá, volveré la semana entrante, si
es que mi trabajo me lo permite. De lo contrario, tal vez esté aquí el próximo
mes. Espero que eso no te moleste" Dije, dando unas palmadas sobre la lápida,
como si con esa acción se las diera en su espalda". Pero antes, quería
mostrarte algo".Continué. Saqué de mi bolsillo una pequeña caja de aluminio
y la abrí. "Mira, lo que tengo por aquí. Y al abrir
la caja aprecie nuevamente su contenido. "Esta, es una mariposa que hace una semana llegó
al jardín de la casa a dar su último suspiro.
Mi madre fue quien la encontró ¿¡No crees eso maravilloso!? Aún cuando
las mariposas monarcas están en peligro de extinción, esta llegó a morir a tu
jardín. "Si claro, como si fuera a
responderte" Me levanté y despidiendo a mi papá con la mano baje a
paso moderado la colina, caminando a lo largo del sendero hecho de rocas planas
y largas. Llegué a mi aéreo móvil y me subí en el. Comprobé que todo estuviera
en orden, coloqué mi teléfono móvil sobre el asiento del copiloto y la caja de
aluminio dentro de la cajuela del tablero y encendí el vehículo. En cuanto el vehículo levitó del suelo activé los
propulsores de izaje, pero un mensaje en la pantalla del tablero no me permitió
levantar vuelo. "No sky-driving allowed" Era el
mensaje, había olvidado que dentro de edificios o instalaciones no era
permitido volar, al menos en la mayoría de los lugares. Tuve que recorrer las
calles del cementerio, hasta llegar a la salida. El cementerio estaba construido al final de la
antigua ruta cuarenta y siete, que llevaba a la zona oeste de la ciudad. Eran
varios minutos de recorrido, puesto que esa ruta era extensa. De todas formas,
tuve que mantener un curso terrestre, pues la batería del auto estaba baja, al
menos el tiempo suficiente para que los paneles solares de la autopista
recargaran mi vehículo. Mientras avanzaba a lo largo de la autopista,
contemple los cultivos de maíz y algunos otros granos que se sembraban a los
extremos. El color café verdoso de las plantas listas para cosecharse cubrían
el suelo, llegando casi hasta el horizonte. Era increíble pensar que tantas
manzanas de cultivos sirvieran tan solo para escasos tanques de mil litros de
bio-combustible. Cuando volteé hacia el otro extremo, vi una
patrulla de la policía. Parecía que habían detenido a algunos traficantes de
granos. Pude ver sus dos vehículos transportadores ocultos debajo de unas mantas.
OmniFuel era una compañía transnacional dedicada a la elaboración de
bio-combustibles de alta potencia, los cuales eran empleados en distintas
aplicaciones. Entre ellas su uso en transbordadores y naves espaciales. También
se usaban en prácticas militares y experimentos científicos. Los bajos costos y
su alta eficiencia desarrollada en las últimas décadas era nicho apetecible
para su comercialización, pero la explotación de los suelos al utilizar estos
granos para la elaboración de tal combustible ha traído problemas a nivel
mundial. De niño, mi papa me contaba que esos traficantes robaban cosechas
enteras para después repartirlas como alimento y no como materia prima para la
elaboración de combustible. Lamentándome de no poder hacer nada al respecto,
aceleré hasta dejar atrás aquella escena de injusticia. Minutos después, el
medidor de batería indicó un setenta y cinco por ciento de carga, lo suficiente
para levantar vuelo. Activé los propulsores y levanté el aéreo móvil
rápidamente, ahora podría volver a casa con más rapidez. Atravesando las calles aéreas, trazadas por
censores situados a través de los altos y esbeltos edificios de la ciudad, pude
distinguir la catedral. Estaban terminando sus últimos toques de restauración y
se veía increíble. Mi padre me contaba que en esa iglesia mis abuelos se
casaron y también él. También me contaba que era una iglesia muy solicitada,
pues era un monumento histórico y un ícono para la ciudad. Después sobrevolé el parque central, atravesando
un inmenso lago artificial y descendí para empezar a buscar la calle que
llevaba a mi hogar. Cuando al final de la calle pude ver la
entrada de la casa, disminuí la velocidad, ya faltaba poco. Aproximé el
vehículo al portón, y en cuanto estuve lo suficientemente cerca el modo de parqueo
automático metió el aéreo móvil dentro del garaje de la casa. Tomé mi
portafolios y la bolsa donde tenía los cuadernos de mi padre, bajé del auto y,
antes de entrar a la casa, oprimí un botón en mi reloj y el suelo debajo del
auto se abrió, escondiéndolo en un compartimiento subterráneo. Cuando se abrió la puerta, escuché el sonido de
la televisión, las luces estaban apagadas. Me quité el abrigo y lo colgué en el
perchero del vestíbulo. Después me paré enfrente del tablero electrónico
principal de la casa y un escáner de luz pasó sobre mí. “Identidad confirmada:
Gabriel Dargo.” - ¡Ya llegó, ya legó, quien me dará un beso, me
servirá una taza de café y después hará la cena!-Dijo Genee en cuanto oyó que
la computadora maestra de la casa, con su voz robótica femenina, confirmaba mi
identidad. -Si claro, pero tendrás que esperar a que suba
unos archivos a la red primero- Le dije desde el vestíbulo y empecé a caminar
hacia la sala, que era donde estaba ella. El acogedor calor del fuego de la chimenea se
sentía en toda la habitación y alumbraba con una luz cálida los bordes del
amueblado. En una esquina del sofá estaba mi esposa con un poncho sobre sus
piernas y con mucha razón, en verdad hacía frío allá afuera. - ¿Y cómo está mi diseñadora favorita?- Dije, después
de darle un beso en la frente y acariciarle el cabello. -Pues, no muy bien, me duelen las piernas.
Seguramente es por el frío. Es por eso que me ves cobijada. ¿Fuiste a ver a tu
padre verdad? Hoy llegaste más tarde, ya son las siete de la noche.- Dijo - Si, lo siento amor, tenía que verlo. Además,
¿sabías que hoy leí uno de los relatos de sus cuadernos?- -¿En serio? Creí que ya habías olvidado esas
cosas. ¿Algo interesante que me puedas contar?- Contestó un poco sarcástica,
parecía ser que estaba un poco de mal humor. -Bueno, hablaba sobre una mañana común y
corriente- -Ah, ¿En serio, y que mas pasaba?- Continuó, aún
sarcasmo. -Bueno, después narraba una especie de explosión,
y él podía verlo todo. Era un sueño amor, o eso parecía. ¿Qué te pasa? Noto que
estas algo abusiva.-Dije -Ah… lo siento, es que…- y la callé poniendo mi
dedo sobre sus labios. -¡Shh, shh, shh! Está bien, no te preocupes.
Seguramente fue un día duro para ti. Quédate aquí, enseguida te traigo tu café
y preparo la cena.- Y dejé a mi esposa cómoda en el sillón donde estaba y me
dirigí a la cocina. Ahora el problema era, que no tenía ni idea de qué cocinar. © 2013 Fernando DardónFeatured Review
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1 Review Added on March 23, 2013 Last Updated on May 14, 2013 AuthorFernando DardónGuatemala City, Guatemala, GuatemalaAboutI'm an engeneering student who likes "non-engeneering stuff". That's why none of the people I am with undestands me. I've allways been very curious about things (the reason why I'm studing engeneering.. more..Writing
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