Joseph un hombre atormentado.A Story by Vicente SantanderHay heridas y momentos tan dolorosos que dejan raíces en uno capaces de atormentarlo por siempre. Heridas que jamas sanan y nos cambian para siempre. Hay momentos que simplemente nos atormentan. El viento silbaba fuertemente al
mediodía, chocaba con estrepitoso poder las ventanas de la cabaña y hacia que
los arboles del alrededor de esta se doblaran y sus hojas llenaban el ambiente
del sonido de todas estas moviéndose en conjunto. La puerta trasera de la
cabaña, la cual nunca se podía cerrar adecuadamente y tenía la perilla mala no
paraba de golpear el marco de esta incesantemente con un fuerte ¡TAK! ¡TAK! ¡TAK! Pero a pesar de todo
esto la casa estaba terriblemente silenciosa y solitaria, como era de
costumbre. Joseph
salía de la cocina con su tasa en la mano derecha y el decimoquinto cigarrillo
en la izquierda. Vestía una camiseta blanca manchada a más no poder, la cual
llevaba ocupando más de dos días, o quizás tres, no había forma certera de
saberlo, también traía puestos unos pantalones azules rasgados y sucios. Se
dirigió a la sala de estar con un paso cansado y ojos llenos de remordimiento,
pero era difícil distinguir esa mirada de la usual. Joseph siempre tenía los
mismos ojos desde hacía ya cinco años. Se
sentó en el sillón individual rojo de cuero, en una época un sillón precioso,
ahora algo que perfectamente podría haber sido sacado de un basurero. Estaba
sucio, lleno de agujeros y manchas. Pero el cuidado de un sillón era la menor
de las importancias en la mente de Joseph, pero estaba bien localizado, daba
con la gran ventana de la sala, dando una vista amplia al verde prado y al
bosque que comenzaba unos cuantos de cientos de metros al norte de la cabaña.
El día se veía ominoso, no había ni un rayo de sol a la vista, estos estaban
cubiertos por las grises nubes que parecían tragarse al mundo en ese momento.
El movimiento unisonó del largo pasto en el prado daba una clara idea de la
dirección del viento y su poder, moviéndose levemente de una dirección a otra,
pero siempre el pasto danzaba en dirección al este. Joseph bebió un gran sorbo
de su taza y el whisky le quemo la garganta al pasar por su esófago. Se sentía
extraño beber el trago en una tasa pero ya todos sus vasos los había roto hasta
quedarse con nada más que un par de tasas desteñidas, pero a Joseph no le
importaba si era un vaso, una tasa, una jarra o un balde, mientras vertiera el
whisky en su boca le bastaba. Se
quedó en la sala de estar un buen rato, treinta minutos, una hora o tres horas,
no había forma concreta de saberlo, las nubes no ayudaban a dar claridad en qué
momento se encontraba el día, podría haber sido la mañana, mediodía, o el
atardecer y de igual manera las grises nubes seguirían devorándose al mundo con
un hambre que parecía no tener fin. Joseph simplemente se dignaba a beber de su
vaso y a fumar, cuando el vaso se vaciaba simplemente se levantaba del sillón,
caminaba hacia la sucia cocina, se servía otra taza de whisky y volvía a su
sillón. Cada vez que se acababa un cigarrillo simplemente lo apagaba en el
sillón dejando manchas oscuras y quemaduras en el cuero de este, alcanzaba una
de sus cajetillas de sus bolsillos y lentamente sacaba otro cigarro para
fumarlo. Después de un buen tiempo dejo de levantarse a la cocina ya que se
había cansado, ahora tan solo dejaba las botellas al costado del sillón, para
alcanzar estas cuando se vaciara la taza. Tras un largo rato, cuando a pesar de
quedarse perfectamente quieto el mundo parecía dar vueltas y vueltas fue cuando
Joseph se levantó del sillón, con su taza en la mano derecha y la botella de
whisky en la izquierda. Se
adentró en las entrañas de la cabaña, pasando por el angosto pasillo que
conectaba la sala de estar con su pieza, donde a los lados de este se
encontraba a la derecha el baño y a la izquierda la habitación de invitados. Al
final del pasillo se encontraba la entrada a su habitación. Mientras caminaba
por el pasillo no podía evitar tambalearse y chocar con las paredes. Cuando
recuperaba su equilibrio no dudaba en beber otro trago de whisky y seguía
caminando con un paso desaliñado. A pesar de ser un simple pasillo de no más de
diez metros a Joseph le tomo mucho trabajo llegar hasta la puerta de su
habitación, y con manos torpes logro abrir la puerta. Al entrar se tropezó y
derramo whisky en el suelo, pero no presto atención a esto. Lo único a lo que
presto atención era la fotografía que se encontraba colgada en la pared por
encima de la cabecera de su cama. Estaba
aproximadamente un metro y medio por encima de la cama, con un marco grueso de
madera color café oscuro. La fotografía era grande, de un metro de largo y un
poco más de medio metro de ancho, colgaba siempre por encima de la cama de
Joseph como un sombrío recordatorio de un pasado que el desearía poder olvidar.
La imagen era oscura, con poca visibilidad, una habitación sin ninguna luz
encendida o carente de alguna fuente de iluminación con excepción de los tenues
rayos de sol que provenían de la única ventana. Las paredes de la habitación
eran un azul fuertemente oscuro, con la mitad inferior de esta separada por una
pared blanca que se superponía a la azul. En la mitad de la habitación se
encontraba una cama vacía débilmente alumbrada por la luz, esta cama estaba de
costado a la ventana y con su marco apoyado en la pared adyacente a la de la
ventana. Esta estaba hacia afuera de la pared, medio
metro hacia el exterior, dejando un espacio que servía como mesa para apoyar
cosas. Pero tan solo había una. Frente a la ventana se encontraba una urna café
oscura, con una cara oscura causada por su sombra, pero para Joseph esa urna
siempre tendría un carácter terriblemente aterrador y doloroso. Basto con tan
solo mirar esa fotografía por unos cuantos segundos para que Joseph lanzara la
taza a la pared con estrepitosa fuerza rompiéndose en mil pedazos y dejando una
gran mancha de whisky en la pared. Se apresuro inmediatamente a beber un sorbo
directo de la botella y desplomarse en su cama. Las
pesadillas que acompañaron su borrachera fueron atroces, como una película de
terror extremadamente vivida que se ve una y otra vez. Las terribles imágenes
no dejaban de aparecerse en la mente llena de alcohol del antiguo pastor.
Gritos agonizantes de una voz dolorosamente familiar, las lágrimas e impotencia,
el olor de la piel sellándose y luego carbonizándose frente al abrumador calor,
las suplicas, la traición, el dolor, el amor, todo parecía converger en una
tormenta, un espiral sin fin de recuerdos y al medio de todo esto estaba
Joseph. Fue allí donde despertó en una piscina de sudor y vomito. La botella se
encontraba vacía en el suelo, el contenido vertido por toda la alfombra y las
ropas esparcidas por la habitación. Joseph se levanto con dificultad de la
cama, sus articulaciones le dolían y sus músculos sufrían de calambres. Cuando
logro eventualmente ponerse de pie no pudo evitar mirar hacia su armario, este
se encontraba abierto, sus dos puertas extendidas. En el lado interior de la
puerta del closet había un gran espejo de pies a cabeza donde Joseph se podía
ver a sí mismo, y no sentía nada más que asco. Representaba
más edad que su legítima, a simple vista parecería un hombre de unos sesenta
años, cuando la verdad es que poseía unos cuarenta y tres. Su piel, ahora
arrugada y seca, ya no era lo que solía ser, había perdido la mayor parte de su
color y se veía desgastada. Su cabello, una vez un fuerte negro, ahora era un
gris oscuro con una gran cantidad de canas al igual que su barba. Sus ojos
caídos y cansados, llenos de dolor, poseían unas ojeras continuas que
parecerían nunca dejar su cara. Joseph levanto sus manos y se las miro, las
cicatrices rojas de quemaduras en sus palmas eran crudas y feas, estas
limitaban la movilidad de sus manos, y al extender los dedos sentía como la
piel se estiraba de manera dolorosa, pero lo más doloroso era el recuerdo, eso
para Joseph era una verdadera agonía. Joseph
dejo de mirar su reflejo y se enfoco en encontrar otra camiseta para reemplazar
la que estaba bañada en vomito y sudor. Dentro del closet era un desorden
abrumador, una pila enorme de ropa y cosas en la cual encontrar algo deseado
era una difícil tarea. Joseph simplemente deseaba una camiseta que no estuviera
vomitada, pero gran mayoría de su ropa había sido cubierta con su bilis. Tras
un rato de buscar una pieza de vestimenta limpia Joseph encontró una camiseta
suficientemente decente. Inmediatamente se la puso y lanzo la que tenia puesta
al otro extremo de la habitación. Mientras cerraba su armario no pudo evitar
ver su antigua túnica negra que utilizaba cuando aún era el pastor de su
iglesia. Joseph recordó las innumerables misas, bautizos, bodas o funerales a
los que asistió cuando aún era joven y su fe era fuerte. Tristemente se acordó
de algo que no quería. Su propia boda. Los recuerdos de sonrisas, lágrimas de
felicidad, risas y besos inundaban su mente, y cada uno de ellos era como una
apuñalada directa a su corazón. Una última imagen surcó su mente, el beso que
sello su matrimonio, con su hermosa esposa, quien le sonría con un amor tan
cálido en sus ojos. Jenny pensó
tristemente Joseph antes de cerrar con fuerza estrepitosa su armario y se
dirigió a la cocina para alcanzar otra botella de whisky. El
viento continuaba soplando, pero ahora con mayor fuerza que antes, la cabaña
parecía temblar con la fuerza de este. Se escuchaba el sonido del movimiento de
los árboles y la constante danza frenética del pasto. La puerta trasera
continuaba haciendo ¡TAK! ¡TAK! ¡TAK!
Joseph se precipito hacia la cocina y en el camino cuando debía de doblar a la
derecha del pasillo para llegar a la cocina se tropezó golpeándose con una
enorme fuerza la cabeza. Joseph se levanto y sintió su frente sangrar e
hincharse. Aun así necesitaba el whisky, solo así su mente podría mantenerse lo
suficientemente nublada para no recordar. Hace cinco años que Joseph ha
recurrido al alcohol para intentar olvidar, pero era inútil, algo así jamás lo
olvidaría. El viento parecía aullar contando una historia de terror, una
canción horrible que hacía que Joseph se llevara las manos a los oídos. ¡Necesito salir de acá! Pensó Joseph. Se
precipitó a la cocina pero no para agarrar una botella de whisky, sino para
chocar con la puerta trasera de la cabaña y salir al aire libre. Las nubes
estaban más oscuras y grandes que antes, parecían observar a Joseph con ojos
que lo seguían a donde sea que él fuera. El cielo lo observaba con una mirada
tétrica y el viento le cantaba una canción terrible de miedo. Joseph cayó de
rodillas al pasto y miro al cielo gris oscuro. -¡¿QUE
QUIERES DE MI?! "Grito mirando al cielo dejando salir toda su rabia, tristeza,
remordimiento y odio. Y lamentablemente Joseph no pudo frenar los recuerdos que
atravesaron su cabeza. Estaban
desordenados y confusos, pero para el antiguo pastor hacían un trágico sentido.
Recordaba un cálido día de verano, un atardecer en una pradera cerca del mar,
Jenny estaba recostada en su regazo mientras él estaba sentado en el pasto
alternando su vista entre el mar y el rostro de su esposa mientras dormía y no
podía decidir cuál de los dos era más hermoso. Luego aparecía una imagen de su
esposa atada a la cama, sujetada por cuatro hombres contándolo a el mientras
ella con su voz grave y horrida gritaba obscenidades y comenzaba a hablar
lenguajes extraños e irreconocibles para los hombres de la habitación. El recuerdo de la primera vez que estuvo
dentro de su esposa apareció frente a él, la primera vez que el sintió que amaba
a alguien y sabia que nunca amaría a nadie más que a ella, recordaba la
sensación de estar completamente vulnerable frente a otra persona, de tener tal
confianza y que esta fuera correspondida, pero este recuerdo fue interrumpido
por una Jenny recostada en la cama completamente pálida con dientes amarillos y
ojos naranjos riéndose a carcajadas mientras los compañeros de Joseph trataban
de controlar a este y solucionar el problema de Jenny. Recordaba las heridas
que se auto infringía, las atrocidades que le gritaba a él. Joseph rememoro el
momento en el que se acerco a su maltratada esposa y le respondió la voz
terrible diciéndole: Ahora es mía, y hare
lo que quiera con ella y tu lo veras y sufrirás. Oh no reverendo no trate de
hablar con ella, solo somos tu y yo aquí así que divirtámonos. Tu y yo nos
divertiremos mucho. Las
lágrimas escurrían por el rostro de Joseph mientras se acercaba al final, al
momento que odiaba. Cuando su colega y amigo Vincent Martin le dijo que, Jenny,
su esposa que adoraba y amaba con todo su corazón estaba poseída por un
demonio, pero no por cualquiera, sino que por uno de los más poderosos, uno que
de ser posible destruiría toda la vida en el mundo, Baal. Los recuerdos eran
cuchillos que se deslizaban en su corazón, uno tras otro dándole un dolor
horrible. Pero el momento que Joseph realmente repudiaba fue el final. Existe solo una manera de destruir a este
demonio y evitar que más gente sea presa suya, recordó a Carl Johnson
decirle, pero no te gustara Joseph. Por
favor se fuerte. La
imagen de Jenny siendo atada a un gran mástil encima de una hoguera causaba que
Joseph se estremeciera de dolor y tristeza, pero ya no se podían frenar las
imágenes de su mente, nuevamente estaba reviviendo la situación momento por
momento. Es la única manera Joseph, pero
recuerda, una vez que comencemos el demonio fingirá no estar dentro de ella, tu
por sobre todos nosotros serás el que más sufrirá, pero por favor se fuerte. La
voz de Vincent hacía eco en la cabeza de Joseph mientras frente a él se
desplegaba el peor momento de toda su vida. Ver a su esposa ser quemada viva. Lo
que Vincent le había dicho a Joseph era cierto, en cuanto Joseph encendió la
pira el demonio pareció abandonar el cuerpo de su esposa, por lo que Joseph se
vio obligado a ver como su esposa era quemada viva frente a él mientras ella le
gritaba que por favor no lo hiciera. Los aullidos de dolor agonizante no eran
del demonio sino de Jenny, fue ella quien fue quemada viva, fue ella quien
sintió la traición de su esposo mientras la persona que ella más amaba
simplemente la miraba mientras ella lentamente moría. Fueron las lágrimas de
Jenny las que hasta el día de hoy atormentan a Joseph y sus gritos de auxilio ¡Amor por favor no lo hagas! ¡JOSEPH! El
antiguo pastor se quedo al costado de la pira hasta la mañana siguiente. Una
vez que las llamas se habían apagado el tomo lo que quedaba de su esposa en sus
brazos. Su piel seguía caliente, le quemaron sus manos y le causaron un dolor
horrible, pero eso a Joseph no le importaba en el momento, ya había vivido el
peor dolor posible. Jenny se desprendía en pedazos mientras la sostenía. Su
esposa ya no era nada más que cenizas. Desde ese día en adelante Joseph jamás
volvió a ser pastor de nuevo. Intento continuar viviendo en su antigua casa
pero era demasiado doloroso. Las fotografías, los recuerdos, todo era
simplemente demasiado. La urna que contenía lo que solea ser Jenny la dejo en
la pieza de su futuro hijo que venía en camino. Le tomo una fotografía a esa
habitación, donde hubiera estado un bebe y su bella esposa ahora simplemente
había una urna y una habitación vacía. Esa fotografía fue lo único de Jenny que
se llevo consigo mismo. Joseph quemo su casa y desapareció para siempre para
aquellos que lo conocían. ¡TAK!
¡TAK! ¡TAK! El sonido de la puerta chocar con fuerza
volvió a Joseph a la realidad. Estaba exhausto, como si hubiera vivido todo
nuevamente. Las lágrimas ya se habían secado, el fuerte viento se encargo de
eso. La ventisca crecía en poder, Joseph se veía empujado levemente por el
viento, los arboles de troncos gruesos se veían doblados por el fuerte chocar
del viento. Las nubes cada vez se volvían más oscuras. ¡TAK! ¡TAK! ¡TAK! Nuevamente el chocar de la puerta obligo a Joseph
a ponerse de pie y dirigirse hacia su cabaña. Una
vez que entro el sonido lo abrumo, el viento movía todo dentro de la cabaña,
las pocas tazas que quedaban estaban rodando en el piso, algunas habían sido
rotas. La cabaña misma no paraba de causar sonidos mientras la madera soportaba
el choque del viento. Se sentía como su casa se veía movida por la fuerza de
las ventiscas. Pero Joseph solo se preocupaba de una cosa. Su whisky. Apenas
encontró una botella comenzó a beber de esta desmesuradamente. Fue ahí cuando
lo oyó. Un sonido que nunca esperaba escuchar. Su único teléfono. Lo tenía solo
por si es que llegara a necesitarlo en casos extremos, pero en cinco años nunca
fue el caso, de hecho antes de que este sonara a Joseph se le había olvidado
que este siquiera existía. Se acerco a este y contesto. -¿Hola?
"Dijo Joseph. ¡TAK! ¡TAK! ¡TAK! Se escuchaba la puerta chocar a la
distancia cada vez con más fuerza. -¿Joseph?
¿Eres tú? "Era una voz familiar pero estaba agitada. -¿Quién
habla y como conseguiste este número? -Soy
yo, -Dijo la voz con un tono extraño. En el fondo del audio se escuchaba una
estática sumamente extraña y un sonido que le daba escalofríos a Joseph.
"Vincent Martin ¡Joseph esto es importante! -¿Vincent?
No te escucho bien, ¿qué sucede? "La estática parecía crecer y se escuchaba en
el fondo un alboroto enorme. ¡TAK! ¡TAK!
¡TAK! El viento retumbaba en toda la cabaña y ahora el sonido era
abrumador. Por alguna extraña razón Joseph comenzó a dirigirse hacia su
habitación. El pasillo estaba sumamente oscuro. -No
hay tiempo para explicar, -La estática crecía y se notaba el miedo en la voz de
Vincent. Joseph estaba entrando a su habitación. ¡TAK! ¡TAK! ¡TAK! ¡TAK! ¡TAK! ¡TAK! La cabaña estaba haciendo más
ruido que nunca, y el viento demolía a los arboles mientras los chocaba. " me
equivoque Joseph, estábamos mal, nos equivocamos todos…Carl esta muerto y los
demás también. Perdóname Jose… "La estática se detuvo y la llamada se corto. La
cabaña estaba en completo silencio y la puerta había dejado de golpear. Joseph
soltó el teléfono y por primera vez en mucho tiempo el viejo pastor sintió
verdadero y genuino miedo. Mientras miraba a la fotografía que estaba por
encima de su cama no podía evitar darse cuenta de una sola cosa macabra. La
urna estaba abierta. -¿Qué te parece si nos divertimos? "Dijo
la voz desde la espalda de Joseph. © 2017 Vicente SantanderAuthor's Note
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Added on January 26, 2017 Last Updated on January 26, 2017 AuthorVicente SantanderSantiago, Metropolitana, ChileAboutAmateur Chilean writer. Hoping to upgrade my writing thanks to this plataform. I am currently writing a three books saga while at the same time I write short stories. more..Writing
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