Extraño de poca palabras

Extraño de poca palabras

A Story by Gisell Espinal

Estaba en el tren sentada como siempre. Cansada y agotada de caminar tanto por Broadway-Lafayette con los pies hinchados. Era tarde en la noche y solamente quería llegar a casa para descansar. Un día largó exhausta a cuál quiera, especialmente ha alguien que estado levantado desde la madrugada. Ay, corre más rápido, por favor. Ya no quiero estar aquí. 
No hay nada peor que estar en un tren por largo tiempo y también estar aburrido sin nada de hacer de todo. Trate de concentrarme en la música de mi iPod, pero no pude. No se porqué. Mi bulto pesado restaba en mi piernas mientras que mi ojos lentamente se cerraban. Duerme, cierra los ojos y duerme. Pero no. Mi ojos se abrieron con una fuerza. Era como sí la presencia de alguien me levantado. 
El tren siempre está lleno de las personas más raras: el hombre sin hogar pidiendo limosna, los chicos ruidosos yendo a casa, y el predicador de la palabra de dios diciendo que sí no cambiamos, el mundo se va acabar más pronto de lo que pensamos. Pero cuando mis ojos se abrieron, ahí sentado a tres asientos, estaba un extraño. Cuando entró, no se. Pero su presencia me jaló. 
Mirándolo sentado ahí, noté su imagen: piel blanca como avena, cabello color café con toques de miel en corte bajito por atrás y alto arriba. Tenía una gorra tipo gorra de béisbol negra al revés con el espacio por la correa delante la frente, enseñando su pelo. Su cejas eran un marrón oscuro que daban luz a sus ojos de un color mezclado entre un verde de hoja y el mismo color café. Su cara estaba marcada con una nariz fina y larga y, siguiendo en la misma ruta, una barba recortada pero oscura con mucho pelo. Los pómulos de su cara estaban seco y venosos. Su chaqueta era negra, igual a su gorra. 
Nunca me había fijado tanto en un extraño como esa noche. ¿Qué fue de esta persona que me intrigaba tanto ? No sabía. 
En el tren los seguía mirando tratando de contestar esa misma pregunta. No era famoso, ni un conocido qué yo supiera. Simplemente lo miré. Había un niño al lado de él mirándolo también. Pero el niño estaba enfocado en el juego que el extraño estaba jugando en su celular con audífonos puestos. Cuando el extraño término y guardó su celular, él comenzó mirar a su alrededor. Su boca se abriría en sorpresa, como si hubiera descubierto un nuevo mundo. Casi fascinado. Ahí me di cuenta. 
¡Dios mío, es Jesús Cristo !
El tren paró en la parada 125 y el extraño se levantó. El casi topetaba el rufo del tren de tan alto que era. Vi a Jesús. Se que nadie me va creer, pero lo vi. Era moderno en su vestimenta, corte de pelo, y uso de electrónicos. Pero era él. La próxima cosa que pasó me dejó en un frenesí: cuando el extraño se bajó del tren, desapareció. No subió las escaleras o cruzó para esperar al otro tren. Simplemente desapareció.

© 2014 Gisell Espinal


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Gisell Espinal
In Spanish.

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Added on October 4, 2014
Last Updated on October 4, 2014

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Gisell Espinal
Gisell Espinal

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