Nuevas AdquisicionesA Story by Jose A. SolisBienvenida inusual al lugar donde todos llegaremos al final.Recuerdo muy bien el día que comencé a cavar mi propia tumba. Lo recuerdo muy bien, era de noche, y en mis oídos retumbaban todas aquellas voces de tu vida. Cacofonía. Lo que antes había sido un flagelo dulce, pero tan dulce, ahora se presentaba en mis sentidos como la orquesta más fúnebre y tétrica. Voces. Eran voces… Voces conocidas, que cuando apenas esperaba reconocerlas ya habían sido silenciadas por otras que eran tan ajenas, y me susurraban, no, gritaban; palabras y sonidos sin sentido en mis oídos. Recuerdo, obtuve por ese tiempo un breve momento de paz, tu voz, tu dulce voz me susurraba ahora si calmada y despacio todas y cada una de las palabras que quería, que deseaba escuchar. Sirvió de poco. Con cada letra de tus susurros, porque eran tuyos, tu los conocías, los abrazabas, les separabas un lugar en el laberinto infinito de tu corazón negándoles así la muerte y permitíendoles la vida. diosa escondida; por si quedaba alguna duda de las leyes que rigen tu existencia: redactadas, presentadas e impuestas por ti y por nadie mas. Dictadora por naturaleza. Eran ellos, los que hacían mi propia tumba cada vez más y más profunda. Silencio. Para desvanecer, tu solo alargas el después, obtienes victorias sin final. Tu mirada está ausente, no existe tu mirada en esta noche oscura donde yo mismo estoy cavando el prisma donde mi cuerpo estará reposado. Por mas que trato en enfocarme en tu voz, tu dulce voz, esta se va esfumando en el aire; aquí, resurgen los susurros que ya les platiqué: ajenos, propios, de todos lados. Mientras veo como cada vez mi tumba se vuelve más profunda. Un señuelo. Hay algo oculto en cada sensación. Y a esta profundidad ya no sé cómo digerirte. Y lucho. En verdad lucho contra mí mismo, pero ese prisma se convierte cada vez más hondo. Traicionándome. ¿O eres tú la que me estas traicionando? Da lo mismo, ya nada puede impedir en mi fragilidad. Dentro de la nube de humo que me empieza a envolver te busco. Imposible encontrarte. Veo tan solo una abstracta figura que se parece únicamente en su voz a lo que escuche cuando me brindaste un momento de paz. Una abstracta figura que no concuerda con la que tengo tatuada en mi corazón. ¿Aun así, para que quiero mi corazón? Es mejor guiarse con susurros extraños y ajenos como la nube de humo me ha enseñado. Hace frío. Tengo frío. He dejado de sentir desde hace días mis brazos. Mis brazos, han cumplido su misión, la tumba esta lista. Espera. Aunque yo mismo la haya cavado, por mi propia voluntad me coloco a un paso de caer en ella. Yo la cave, más yo no seré quien por decisión propia decida descasar en ella. Es lo mismo, un simple movimiento de tu cabeza es necesario para hacerme perder el piso, tu propia nube de humo me hace casi caer, tu misteriosa forma me hace pender de un hilo, tu indiferencia, me sepulta completamente. Espero que encuentres, después de que haya caído, el papelito que te deje escrito: “Que en el odio
encuentres paz” Lo peor es que no he muerto, sigo
estando vivo. En un pozo que yo mismo cave, y que cada acción es una carga más
de tierra sobre mí, sobre mi cuerpo, sobre mi corazón. Y ahora, mientras van
clavando los últimos clavos de este ataúd donde me encuentro, no me queda nada
más que platicarles mi historia; a ustedes, mis vecinos, que, como yo, también
se convirtieron autores de su propia historia. Bienvenida sea la más nueva
adquisición. Redactado: 06/DIC/2018 4:52 AM Modificado: 08/ENE/2019 10:51 PM © 2019 Jose A. Solis |
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Added on January 9, 2019 Last Updated on January 9, 2019 Author
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