Blanc

Para ti, doble letra de la segunda del abc.

Te escribo mientras me he quedado solo en la oficina. Momento peligroso, porque mi mente se desancla y se va, se va, se fue. Muchas veces pienso en ti, en que habrás desayunado, como será que te has levantado, el outfit con el que rockearas el día de hoy en tu facultad, las calcetas que llevas puestas… Y es que me mantiene en paz pensar en ti. Hoy, por ejemplo, con una lista de dibujos pendientes donde no se alcanza a ver dónde termina, pero si donde comienza, te escribo estas letras y me siento feliz.

Ahora ha pasado el tiempo y me siento con hambre. ¿Hambre de tus manos, que mejor sensación que sostenerlas y besar su suavidad y dulzura que derraman? De tu aroma, que es tan tuyo, que no hay nada parecido en este mundo, como te lo decía el otro día. Como no hay nada parecido a ti en este mundo. En esta vida. Por eso es que te canto, te escribo, te lloro, te busco. Y no me canso, en verdad no me canso. Porque estar contigo me hace más humano.

Ya no es el mismo día en el que empecé a escribir esto, y de alguna manera nosotros no somos los mismos, como Heraclito: todo fluye. Creo que ahora te extraño más que ayer, y si lo pensamos un momento hace apenas 11 horas que nos despedimos; tu: dándole un nuevo significado al color blanco estando envuelto en él. Yo: luchando con mis brazos que simplemente se niegan a dejarte ir. Pierdo la lucha. Pero tendré mi revancha. Tal vez en algunas horas, donde la adultez pierda control sobre nosotros. Bendito fin de semana.

En cualquier momento dejare de estar solo en la oficina y…